Día 6

Día 6
17 de Mayo


A partir de 1975, los grupos de tareas secuestraron a niños y adolescentes de entre 13 y 17 años, algunos de los cuales continúan desaparecidos. En esta audiencia, también se conoció el funcionamiento de Santo Domingo como lugar de tortura de los detenidos en el batallón 141.

Recorte del diario "El Liberal"en donde se publica sobre la desaparición
de jóvenes de nuestra provincia. (Archivo IEM)

La historia de Ana María Mrad de Medina llegó  en la voz de la abogada Mabel Matheu de LLinás. En noviembre del 75 en las cercanías de la vieja terminal, Ana María es interceptada  en compañía de su amiga Graciela Lescano por el teniente coronel Carrasco y el cabo Pithod. Ellas tratan de escaparse corriendo en direcciones opuestas, pero son reducidas rápidamente. A Ana María la reduce Musa de una trompada y es trasladada al batallón 141, relata la abogada, donde es vista por Julio Dioniso Arias. En Santo domingo es torturada frente al doctor López Cooke, siendo enviada a un centro de detención en Tucumán. Su juez durante este proceso fue Liendo Roca. Ana María Mrad se encuentra hasta el día de la fecha desaparecida.



“Es difícil olvidar con los torturadores libres, viéndolos a diario impunemente por la calle”

Los acusados deberán responder ante la justicia por los delitos cometidos
durante aquella época. 

“El dolor sigue vigente después de tantos años, es difícil olvidar con los torturadores libres, viéndolos a diario impunemente por la calle” aseveró la siguiente testigo. Relató que en junio del 75, varios hombres de ropa oscura entraron a su casa revolviendo todo, llevándosela a ella y a su pareja.  “No sé si la intención era llevárselo a él, pero intervino”, dijo la mujer. Con la  misma violencia que entraron fueron sacados a la calle. “Considero que fue una violación desde el mismo momento que entraron a mi casa”, dijo. En el garage de una casa antigua la hicieron bajar “ se escuchaban llantos de mujeres”. Allí la hicieron ver detenidos reconociendo al profesor Touriño entre ellos, dos señores que en ese entonces eran jóvenes . “Querían que reconociera a jóvenes por fotos, buscaban a Magui Urtubey…me parece que no me reconocían ni a mí misma”. La mujer estaba embarazada y al avisar a los represores de su estado le respondieron que hablara sino la harían “parir a patadas”. Fue llevada a un sótano donde la torturaron.

Ya trasladada al penal de mujeres, pidió asistencia por tener pérdidas pero no recibió ninguna atención.

“Ustedes no se imaginan cuando  voy en el colectivo y sube ese tipo, él era uno de los que me apuntaba”

La testigo relató que las torturas no terminarían al recuperar su libertad ya que tuvo que soportar cruzarse con sus torturadores “Ustedes no se imaginan cuando  voy en el colectivo y sube ese tipo, él era uno de los que me apuntaba”, le dijo al tribunal.

La testigo se quebraría al ser consultada si durante su detención había sufrido algún tipo de violencia sexual “doctor que pregunta, yo tengo 3 hijos, que hago doctor, ellos no saben de tanto dolor”.



Descargo de Ramiro López



Ramiro López  pidió  declarar al retirarse la testigo. Había sido identificado por ella, como uno de sus torturadores en la DIP. El acusado niega conocerla y que ella haya estado detenida aclarando que nunca ejerció violencia sexual. “Los que tuvieron algún inconveniente conmigo en esa época saben que por allí no iba” dijo  aduciendo ser un hombre de moral,  preocupado en cuidar ahora, su buen nombre y el de su familia.




El siguiente testigo, un suboficial retirado del ejército, reconoció al militar Marchant como uno de sus  captores y aportó que su detención había sido dividida en dos lugares: en el batallón 141 donde pasaba las noches y el centro clandestino de Santo Domingo donde estaba por las mañanas y era torturado. “Sentía por los quejidos que había más gente”, afirmó. Ya en la cárcel de Resistencia es visitado por el doctor Liendo Roca que le toma declaración.

Batallón 141. De activa participación durante el Operativo Independencia
y en toda la actividad represiva en Santiago del Estero desde el año 1975.
En sus instalaciones permanecieron secuestrados, fueron torturados
y desaparecieron un número aún no precisado de ciudadanos víctimas
del accionar represivo de las Fuerzas Armadas.



Ejercicios de Combate del Batallón 141 en el
Puente Carretero. (Archivo IEM)




La noche de los lápices santiagueña: niños y adolescentes víctimas del terrorismo de estado

Los jóvenes menores de edad fueron víctimas de una cacería,
permanecieron incomunicados en la DIP, fueron atormentados,
y obligados a firmar declaraciones autoincriminatorias.
Las pruebas de "delito" o "armas subversivas" que usaron en contra de
los menores fueron posters, libros y revistas.

La represión hacia los adolescentes volvería a quedar de manifiesto en el juicio, con el testimonio de quien en aquella época tenía tan sólo 16 años.

“Tenía miedo, mucho miedo, sentía ruidos, corridas, gritos, ruidos de armas”

La testigo declaró que fue detenida en julio de 1975 junto con dos amigos en la Plaza Sarmiento, frente a la escuela Normal. Allí es capturada por un policía de apellido Andrada,  mientras que uno de sus compañeros logra huir corriendo en medio de los tiros. “Tenía miedo, mucho miedo, sentía ruidos, corridas, gritos, ruidos de armas”, relata. En un auto es trasladada a la DIP y golpeada reiteradamente. Ahi reconoce a Musa, Garbi y Barbieri y cuenta cómo Bustamante la interrogaba y le preguntaba por sus compañeros Autalán y Walter “bocha" Carreras, que fue el que se logró escapar. Desde allí la trasladan al penal de mujeres donde, luego de levantarle la incomunicación, es entregada a sus padres.  Ya en libertad, la echaron de la escuela a la que asistía como consecuencia de haber estado detenida. Relata que tuvo que continuar asistiendo a una escuela en Añatuya, que fue la única que quiso recibirla. Sin embargo, otra vez se le impide continuar con sus estudios y es expulsada nuevamente a pesar de ser una muy buena alumna.

Félix Daniel López Saracco
continúa desaparecido


Al volver a Santiago intuía que la estaban vigilando y que “algo iba a pasar”. Varios hechos se sucedieron confirmando su sospecha. Un llamado anónimo le dice que no deje salir a su hermana de solo 14 años porque algo malo iba a pasar; se entera del secuestro de una compañera llamada Silvia Gardela y finalmente, una madrugada recibe la llamada de la familia López Saracco preguntando por Félix Daniel, su novio, que había ido a comprar cigarrillos y no había vuelto. Felix Daniel nunca más volvería a aparecer.

La testigo cuenta que se encerró desde ese día en su casa hasta que la van a buscar en un operativo con gran despliegue. Después de ser torturada en la SIDE, la confinan en el penal de mujeres nuevamente con otras niñas de entre 16 y 17 años. “Las menores éramos cuatro - dice, nos pusieron a todas en celdas separadas."

“Luego de la tortura al caer la tarde sentía que mis brazos y mis piernas se separaban de mi cuerpo”

La testigo recuerda que la monja dorotea Aldina Bettoni era el único vínculo con sus padres . “Había tomado como algo especial la visita a nosotras. Era como la gotita dulce de nuestras vidas”. En cuanto al régimen carcelario, coincide con el resto de las detenidas que la vida era “de terror. Teníamos todo prohibido, no teníamos recreos, ni labores… al obtener  permiso para salir al aire libre, teníamos que caminar en círculo en un espacio de dos por dos”.

“Luego de la tortura al caer la tarde sentía que mis brazos y mis piernas se separaban de mi cuerpo”  dice la testigo.

“Todo los días llegaban mujeres en pésimas condiciones, peladas, con piojos, con andrajos. En Devoto no se podía ni leer”

Al poco tiempo es trasladada al penal de Devoto. “Todo los días llegaban mujeres en pésimas condiciones, peladas, con piojos, con andrajos. En Devoto no se podía ni leer”,  afirma.

Primavera 1978. Carta de una ex-presa política a otra.
La escritura era un medio para expresar el dolor
y darse fuerzas. (Archivo IEM)



Algunas cartas de familiares de las víctimas no pasaban
los controles militares.
El mecanismo totalmente arbitrario de la censura.



Recuperó su libertad el 1 de marzo del 78, luego de más de dos años de detención.
Al salir, logra terminar el 5 año, pero siguió sufriendo la marginación y la humillación social. Incluso, la persecución también haría que sacaran a su madre que se desempeñaba como rectora de una escuela para ser remplazada por la hermana de Musa Azar.

Demostrando la impunidad y perversión del accionar de los represores contó que un primito suyo de 13 años, llamado Julio Domínguez, fue secuestrado y mantenido en la DIP. Carlos Montoya, un compañero de escuela le había a su hermana que había conseguido un trabajito en la policía, “tenía que vigilar unas compañeritas y ya le dirían a quien”.





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